Andamos a ciegas, sin tocar
las paredes ni los pomos de las puertas, es por eso que no encontramos más que obstáculos.
No pisamos el suelo, nos arrastramos, y así, tropezamos con cada irregularidad.
Dormimos cronometrados, y consecuentemente limitamos el alcance de nuestros
sueños con cada ‘’la alarma sonará en…’’ Nos pasamos el día introduciendo
contraseñas para salvaguardar nuestra privacidad, mientras descuidamos nuestra
intimidad. Gastaremos en Navidad los ahorros en un bonito jersey, mientras desearemos
que alguien nos lo arranque de la piel. Nos pondremos melancólicos cuando
nieve, cuando llueva...y cuando haga Sol nos quejaremos de seguir en casa.
Yo, si quieres, te propongo
andar a ciegas, pero porque todo lo que te hará feliz estará de puertas para
dentro. No tocaremos las paredes ni los pomos, porque todo estará abierto, para
que veas que por lejos que esté, puedes seguir viéndome. El suelo, ni pisarlo
ni arrastrarnos, porque el protagonista va a estar un metros por encima. Dormir
y soñar serán antónimos; te reto a soñar con los ojos abiertos. Olvídate de
contraseñas, y empieza a hablarme con señas mientras nos reímos. ¿El
despertador? El Sol sale todos los días, de eso no me ocuparé yo. La Navidad,
así como el verano o tu cumpleaños serán un estado mental, te dejo escoger que
días quieres que lo celebremos. La melancolía seguirá, pues estaremos mucho tiempo
fuera de casa, viajando sin parar, a cambio, prometo arrancarte el jersey
siempre que me lo pidas.