domingo, 1 de diciembre de 2013

A ciegas

Andamos a ciegas, sin tocar las paredes ni los pomos de las puertas, es por eso que no encontramos más que obstáculos. No pisamos el suelo, nos arrastramos, y así, tropezamos con cada irregularidad. Dormimos cronometrados, y consecuentemente limitamos el alcance de nuestros sueños con cada ‘’la alarma sonará en…’’ Nos pasamos el día introduciendo contraseñas para salvaguardar nuestra privacidad, mientras descuidamos nuestra intimidad. Gastaremos en Navidad los ahorros en un bonito jersey, mientras desearemos que alguien nos lo arranque de la piel. Nos pondremos melancólicos cuando nieve, cuando llueva...y cuando haga Sol nos quejaremos de seguir en casa.


Yo, si quieres, te propongo andar a ciegas, pero porque todo lo que te hará feliz estará de puertas para dentro. No tocaremos las paredes ni los pomos, porque todo estará abierto, para que veas que por lejos que esté, puedes seguir viéndome. El suelo, ni pisarlo ni arrastrarnos, porque el protagonista va a estar un metros por encima. Dormir y soñar serán antónimos; te reto a soñar con los ojos abiertos. Olvídate de contraseñas, y empieza a hablarme con señas mientras nos reímos. ¿El despertador? El Sol sale todos los días, de eso no me ocuparé yo. La Navidad, así como el verano o tu cumpleaños serán un estado mental, te dejo escoger que días quieres que lo celebremos. La melancolía seguirá, pues estaremos mucho tiempo fuera de casa, viajando sin parar, a cambio, prometo arrancarte el jersey siempre que me lo pidas.

lunes, 8 de julio de 2013

Cristales


Desde dentro fue construyendo su bote de cristal. De cada crítica hacía un trocito de la pared de su tarro; con su orgullo logró construir la tapa y la cerró herméticamente con cada uno de sus silencios. Dentro del bote empezó a ver la realidad distendida por el cristal, se guiaba por las sombras y los colores, pero ya no veía lo que había detrás. No escuchaba con claridad, solo respondía ante golpes o gritos, pero se perdía los susurros y las risas tímidas. Se acostumbró al tacto frío del cristal, a vivir con límites, a juzgar un exterior que desconocía.

Pasó mucho tiempo preguntándose cómo había acabado allí dentro, repitiéndose lo injusto que era que él estuviera encerrado en sí mismo…Pero de repente logró recordar que fue él quien construyó su pared de cristal. 

La primera vez que un niño rompe un vaso de cristal, puede que le llegue a producir placer, hasta que después viene la represión. De esta forma llegamos a adultos invirtiendo esta sensación, llegando a preocuparnos minutos después a la ruptura del vaso, sintiendo sudores fríos, agitación... Quizá el secreto esté en disfrutar de la fractura del cristal, dejando libre el aire que contenía, abandonando su estructura rígida, perdiéndose detrás de cada esquina, debajo de cualquier sillón.

domingo, 3 de marzo de 2013

Aquí y ahora

Nos molesta que nos guiñen el ojo, pero más aún que no nos miren. Nos molesta que nos susurren despacito porque ansiamos escuchar el mensaje, y nos quejamos de que nos saturan de información a gritos. Nos angustia ver la vida pasar en el sofá, y nos quejamos del esfuerzo que supone ir a ver el mar. Nos envenenamos de vicios y proclamamos la necesidad de una vida sana. Nos repugna el trabajo, pero al disponer de tiempo libre, nos encanta decir ‘’me aburro’’. Nos indigna que hablen de nosotros, pero nos molesta tanto lo que hace el de al lado que lo tenemos que decir. Nos frustramos en la cordura, pero cuando adquirimos la locura, nos asustamos y nos incomodamos.
 ¿Y por qué? Porque esperamos siempre lo contrario a lo que hemos deseado hace 3 segundos, olvidándonos de eso que llaman AQUÍ Y AHORA